MAMMA MÍA! (Abba)

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Esta entrada bien se podría titular A PERFECT DAY (Lou Reed) pero en honor a la verdad deben ser ABBA quienes una vez más ocupen ese venerado puesto de entrada del día.


Ayer domingo día 15 de febrero de 2009, fue un día perfecto. La felicidad se describe como una concatenación de días 15 de febrero de 2009 unos tras otros. Ser feliz es eso, tener todos los días un 15 de febrero de 2009. Os preguntaréis qué fue eso tan extraordinario que ayer ocurrió. Pues lo extraordinario fue que no pasó nada. Eso es lo extraordinario, el día fue divertido, simpático y luminoso. Un día perfecto en el que no ocurrió nada, nada de nada que no pueda ocurrir un próximo domingo. Eso lo hace tan especial.




El despertador marcaba las ocho de la mañana cuando abrí los ojos por primera vez, pensé que ya estaba despertando, fui consciente de que dejaba de estar dormido y me alegré de tener toda la mañana por delante, pensé en todo lo que podría hacer. Ojalá que haga buen tiempo. Si el invierno sigue en “stand by” hoy saldré a la calle, tal vez coja la bici, no sé, a lo mejor termino de despertarme remoloneando en la cama, tal vez termine el libro que me regaló Raquel Room Mate, no sé..bueno, me voy a levantar que deben ser ya las ocho y veinte…¿¡LAS DIEZ Y MEDIA!?, pero.. ¿cómo ha podido ser? si acabo de mirar el reloj-despertador y eran sólo las ocho. Buff, en fin… arriba, sin prisas, es domingo y no hay nadie en la casa. Todo el día para mí. Me apetece un café bien cargadito, hoy puedo permitírmelo que no trabajo.

La luz entraba por las ventanas de la casa, de manera clara, esa luz amarilla que sólo brilla los domingos a la hora del desayuno. Encendí el ordenador, me puse mi café, me abroché la bata y empecé a descomprimir la nueva música que la Mula y el Ares me habían traído por la noche. Qué momentazo, disfrutar de blogs amigos y del nidodearpias.es a esas horas de la mañana, frente al café y con los ojos entreabiertos por los rayos de luz.

Interneteando visualicé los dos hostiones de la gala de Eurohostión en Youtube y la verdad es que el primero de ellos me resulta de lo más cómico. Terminado el desayuno y arropado por la luz amarilla de Madrid, mandé unos cuantos sms para convencer a algún amigo que se viniera a patinar. Afortunadamente pasaron todos de mí y decidí irme al Retiro a patinar con mis cascos ochenteros. Lo que supuso todo un ataque de emociones.




Llegué al Retiro en bicicleta, aprovechando el poco tráfico del domingo por la mañana en el Barrio de Salamanca, y aterricé entre una muchedumbre de familias en bici, niños mirando a un guiñol con acento sudamericano, abuelas con bastones y tacatá, gays sobre patines, padres de izquierdas en bicicletas y madres de derecha comiendo pipas. Todos se agolpaban en torno al parque de coches del retiro, el único sitio habilitado (y reservado) en el recinto para que se transite sobre ruedas (ciclos y patines). Pero las familias que son muy paletas (incluso en Madrid), deciden que ir a pasear el parque, es pasear por la única zona asfaltada de todo el parque. Deben pensar que los columpios y los jardines están allí para las ardillas, no para ellos. Eso me pone un poco de los nervios, pero ayer ni siquiera eso me tocó las narices, de hecho estaba deseando que algún niño saliera corriendo debajo de mis patines para sonreír ampliamente al padre y decirle que era culpa suya, por ir por donde no debe.

El Sol seguía brillando a lo bestia en Madrid. Amarillo y blanco por momentos, una revelación. Yo y Santa Teresa éramos la misma persona, sólo que yo llevaba unos Senheisser del tamaño de un puño y ella una toca con olor a naftalina.

Fue la primera vez que patiné con música. Antes mi nivel no me lo permitía, y es que con los patines pasa algo parecido a cuando se aparca en coche, que todo el mundo baja la radio para estar más concentrado.



Ahora me tambaleo menos sobre las ruedas y el domingo me convertí por momentos en una Roller Star del Disco Roller (atención a la moda que pega fuerte en Nueva York). Hice un poco el cuadro, porque me echaba unos dancing como una mamarracha veinteañero, pero yo y la perdiz compartíamos el mismo estado emocional.



Qué sensación escuchar el último de los Franz Ferdinand a toda pastilla sobre las ruedas de mis patines, qué subidón la canción “Tombstone” de los Midnight Juggernauts sintiendo la brisa en la calva. Qué emoción parar en seco sobre el césped para descansar y tomar el Sol. Qué gozada, qué sensación de plenitud, qué “flipado de la vida”, así, tal cual…flipado d.e.l.a.v.i.d.a.!!

A las dos horas empecé a notar que las piernas se me agarrotaban y acudí raudo y veloz sobre la bici a la invitación de Sweet Charete para tomar el aperitivo por el barrio de la Latina de Madrid.

Ayer Madrid se reveló contra las inclemencias del tiempo y absolutamente todo el mundo se había echado a la calle, era un día ideal para que robaran en casa. No había ningún madrileño encerrado, todo el mundo estaba en la calle, protestando por el crudo invierno de cara al Sol (no comment).

Sweet Charete y una amiga me invitaron a un opíparo aperitivo de migas extremeñas, aderezadas con doscientas cañas, en el barrio de la Latina. A eso de las seis me fui como la Moñoño de vuelta a casa en bici, echando el higadillo por las cuesta de Moyano. Si bebes no montes en bici.

Llegué a casa destrozado, sin riñones y sin hígado, pero encantado de haber sudado la gota gorda sobre mi bicicleta. Subí la bici como pude los cuatro pisos sin ascensor y la volví a bajar al instante para ir a buscar una peli en el videoclub.

Husband no estaba en casa y quería aprovechar para ver alguna peli en versión original. Pensé en Vicky Cristina Barcelona, pero no estaba disponible, así que alquilé MAMMA MÍA!




MAMMA MÍA es la mejor película que he visto en mucho mucho mucho tiempo, así de claro.

Sin pretensiones, divertida, cariñosa, imperfecta. MAMMA MÍA es el “Ghost” y el “Pretty Woman” de comienzos de siglo. Una joya made in Hollwood, una película con el empaque de la antigüa usanza. Qué ganas de besar a todo el mundo.

Todo en Mamma Mía está en su justa medida, la espectacularidad comedida, los números musicales regulares, el incesante tintineo de las olas. Las voces mediocres y las magistrales interpretaciones de los actores, atienden perfectamente a una broma que refleja lo divertido que debió resultar el rodaje. Un diez de película que me hizo saltar y enamorarme un poco más de mi, de la música y de Husband. Un broche perfecto, para un día perfecto

2 comentarios:

Anónimo dijo...

CALCULO QUE HACE UNOS SEIS MESES, PONIAN SOLO EN ALGUNOS CINES LA MISMA PELICULA PERO EN VERSION KARAOLE, LA GENTE PODIA CANTAR BAILAR VAMOS UN DESPIPORRE, DEBIA SER DIVERTIDISIMO.
PROPONGO QUE TE LA BUSQUES POR INTERNETE , O LA ALQUILAMOS Y HACEMOS LA NOCHE MAMAMIA CHILLANDO POR TODO LO ALTO aderezado con doscientas mil copas y olvidandonos de todo lo que se menea.

forbidden dijo...

lo de hace noche Mamma Mía, suena a reunión de viejas glorias, solteronas, teñidas de rubio y acabadas...me parece muy total. Cuenta conmigo