MARBLE HOUSE (The Knife)

Yo quiero una casa con suelos de mármol, para ver tus huellas calientes cuando salgas descalzo de la ducha. Quiero una casa con luz, para ver tu despertar de los domingos, una casa que tenga mucha luz para esperarte despierto leyendo el periódico mientras apuras las bondades del edredón. Una casa con una cama baja, bien pegadita al suelo, para sentir el frío en invierno y el fresco del verano, para tener bajo el centro de gravedad, agarrado fuerte a tu gran mano, sin riesgo de caída, quiero tener los pies en el suelo, no quiero caídas esta vez.

Quiero una cocina blanca, una cocina nueva que huela a zumo de naranja, para despedirte cada mañana con dulce sabor, el beso del hasta luego matutino. El beso de la rutina, de la rutina feliz, del hastío de lo cotidiano, ese hastío tan fuerte, el del principio y el del fin.

Quiero paredes de colores, para escaparme en los ratos de furia al salón rojo, para encerrarme después del trabajo en la habitación verde, escapando por la ventana de mi ordenador. Quiero el azul en nuestro dormitorio para tocar el cielo cuando hagamos el amor y quiero un cuarto de baño púrpura, el color del purgatorio, para recordar nuestro ser animal, para tener presente lo básico que somos.

Quiero una casa grande y amplia, con largos pasillos, para correr a tus brazos cuando llegues de viaje, para huir de tu presencia cuando no te aguante más, cuando me agobie tu continuo estar.
La quiero con balcones al exterior, ruidosa, que permita entrar el ruido del tráfico por la noche, que me ayude a cobijarme en tu sobaco, bajo tus brazos, con ruidos de motor, de claxon de ciudad, para recordarme feliz debajo de las mantas de esta gran ciudad.

Con techos altos, para colgar bolas de cristal y bailar la Vida a cada rato que me acuerde, sin vecinos que molesten, sin que nadie nos moleste. Sin teléfonos ni portero. Como de cámara acorazada quiero nuestra casa, infranqueable, inviolable, quiero una puerta sin llave, una puerta que sólo se abra por nuestra voluntad, como por arte de magia, para ser consecuentes, para no errar nunca con los invitados, para ser un nazi de las visitas, de los extraños en nuestras vidas, para evitar la contaminación de nuestro baño y de nuestro colchón.

Quiero una sala de fiestas que sólo se use los martes y un rincón de lectura para el domingo por la tarde. Quiero tenerte colgado en retratos delante de la cama, para dedicarte mis noches, te quiero siempre presente para aborrecerte antes de la calma. Para echarte de menos y desear que te vayas.

Quiero una casa con perro guardián que cuide de mí, que cuide de él, que limpie y que planche, que haga la compra y me ayude con los deberes, quiero un perro que sea tuyo, tu obligación y mis derechos. Quiero un perro que sea el colmo del egoísmo. Como yo, yo tu perro egoísta y tú… tú mi mascota. Quiero ocupar tu territorio sin que me ladres, y hacer de tu casa la mía. Quiero que nuestra casa sea una perrera, cálida y segura.

Compraré un albornoz para cada café del desayuno, para los días de llanto y los que tarde en salir de casa. Sueño con nuestra casa de salón grande, para embobarme los viernes contigo acurrucado sobre un sofá grande que nunca limpiaré, para dejar en él las huellas de nuestra pareja, un sofá que se convierta en nuestro relicario.
Me compraré un casa en el centro para vivir cerca de donde quiero, y nos alquilaremos una casa de campo para los fines de semana, donde poder huir de las malas decisiones, de la poca libertad, donde podamos cansarnos el uno del otro y agotados volvamos los lunes a nuestra casa del centro, cansados, de lunes a viernes sin ganas de lucha.

Quiero un mástil en el salón para atarme como Jason y no escuchar el canto de los otros Argonautas, no temo a las sirenas en nuestra casa de secano. Quiero un mástil para encadenarte en mis ausencias.

Yo sólo quiero una casa para estar ahí, para vivir ahí, para vivir contigo, para vivir conmigo.